[INTERVIEW IN SPANISH] – Entrevistamos a Santiago Rosado Hidalgo, biólogo y fotógrafo en la reserva El Silencio de Colombia, y colaborador de This is My Earth.
Buenos días Santiago, ¿cómo te presentarías?
Buenos días, mi nombre es Santiago Rosado Hidalgo, soy un biólogo colombiano y me dedico desde hace años a las estrategias de conservación de la naturaleza en nuestr país, vincludo a un proyecto muy bonito que hace parte de la Fundación Biodiversa de Colombia, en el que preservamos y monitoreamos la Reserva Natural El Silencio, que es un área interesante en el valle del Magdalena medio colombiano, una región con una historia abrumadora de violencia y deforestación, que sin embargo ha ido floreciendo y resistiendo. Lo que hacemos ahora es conservar y velar por todo lo que hay en la reserva.
¿Trabajas solo en El Silencio?
Sí. También con los años he desarrollado una gran afición por la fotografía que ha ido creciendo. Parte de mi tiempo lo que dedico a viajar y a tomar fotos y a ampliar mi catálogo personal de animales.
¿Qué nos puedes decir de la historia trágica que hay detrás de El Silencio?
No es tanto El Silencio como tal sino en toda la región que lo rodea. Esta reserva está en el Valle del Magdalena e históricamente ha sido un plano entre dos cordilleras. Se desarolló un conflicto armado, hubo una lucha por los recursos del territorio. Los grupos armados empezaron a ejercer gobernanza sobre algunos de estos territorios. El control del río Magdalena, que es el más grande de Colombia, ha estado siempre vinculado a la lucha violenta, al comercio y muchas tensiones, porque este río ha sido la arteria económica de todos estos lugares, no solo la economía legal sino también la ilegal.
Este conjunto de condiciones de un amplio territorio con falta de gobernanza del Gobierno Central junto con los intereses propios de la población – sobretodo ganaderos – empezaro a combinarse en un cóctel que trajo más violencia y puso los bosques en peligro, al aprovarse una ley para la privatización de tierras para la ganadería.
Tras el proceso de paz, ahora sentimos aires nuevos y hemos visto que hay un cambio. Mi organización, asociada con This is My Earth, lleva haciendo un trabajo increíble en la región, un trabajo educativo y formativo que está dando frutos.
¿Cuál de estos frutos destacarías?
Sin duda la adquisición de El Silencio a través de las organizaciones que vieron su biodiversidad fue un gran logro para todos. Empezamos con unas 10 hectáreas y ahora ya abarcamos casi 10.000. Lo más imporante es su valor. El Silencio sigue en pie casi en su total plenitud y sus condiciones ecológicas y su riqueza biológica son únicas y todavía se encuentran en una situación óptima.
¿Cómo está ayudando vuestro trabajo en el cambio de historia de la región?
Creo que está ayudando mucho al hacerla regresar a lo que realmente es, un lugar de suprema belleza llengo de una biodiversidad palpitante.
A grandes rasgos, ¿Qué objetivos tenéis en la región?
Tenemos varios grupos de trabajo con personas vinculadas a diversos ámbitos. Desde el lado más social, a la conservación pasando por la parte más biológica. En general nuestro objetivo es generar bienestar en el bosque, a los ecosistemas, a los animales y a la gente que habita la región, y hacerlo de una forma que sea sostenible y permanente en el tiempo. Este lugar es vida, y es un sitio que puede garantizar la calidad de vida de muchas personas.
¿Qué ejemplo según tú ilustra estos esfuerzos?
Por ejemplo las ciénagas son clave, porque ahí es donde la mayoría de los peces que viven en el río se repoducen, son las guarderías de millones de pescados que un tiempo después van a convertirse en un recurso económico y nutricional de muchas comunidades. Por supuesto, hay que explotarlas de forma proporcionada y sostenible, y eso es lo que intentamos hacer con acciones educativas y de conservación.
¿Vuestro documental ENTRE PESCAO Y TROJAS: Por Nuestra Soberanía Alimentaria va en este sentido?
Sí, este fue un trabajo increíble que realizó Catalina Giraldo que fue parte de un proyecto realizado con la Fundación Biodiversa y el Ministerio de Ciencias de Colombia, y ahí lo que hicimos fue una capacitación a las comunidades y a la gente cercana sobre agricultura sostenible, soberanía alimentaria, infraestructura agrupoacuaria apta y ecológico. Fue un trabajo chévere. Resume muy bien nuestro trabajo con la comunidad.
¿Qué es para ti la Soberanía alimentaria?
Para mi la Soberanía alimentaria es que todo el mundo pueda comer cuando quiera comer. ¿Cómo lo podemos lograr?, en estos lugares y en estas regiones apartadas del país, mucha gente depende del día a día, por lo que es muy complicado este tema. Lo que queremos es que todo el mundo pueda cultivar y cosechar su comida, osea que en cualquier momento uno pueda tener su propia producción y vender o compartir lo que le sobra.
Como fotógrafo, ¿qué es lo que una fotografía tiene que tener para ser bella y expresiva?
¡Es una pregunta muy chévere! Bien, creo que a través de las fotos podemos generar cierta empatía, aunque no todo el mundo le gusta lo mismo. Digamos que no es lo mismo generar empatía por una rana que por un pájaro. Se trata, finalmente, de contar la historia. Durante este tiempo trabajando como fotógrafo te das cuenta que si solo te fijas en el animal te estás pasando por enciema la historia natural, el lugar donde está. Todo lo que compone este animal, su entorno, su historia, eso sí que genera un relato que la gente puede comprender.
Cuando empecé a probar técnicas con la “fotografía macro” me empecé a dar cuenta de que podía plasmar realidades muy interesantes. Me pasó una historia muy chistosa y es que fuimos a la reserva e hicimos nuestros ejercicios habituales con los guardabosques, con los ornitólogos, y vimos cómo trabajan estos especialistas en pájaros, como las miden, etc. Mientras tomaba fotos de todo este proceso, empecé a ampliar la foto en las piernas de un pájaro que estaba en la mano de uno de los ornitólogos. Cuando mostré a la gente las fotografías del pájaro, nadie veía ni las plumas ni los colores espectaculares que tenía el pájaro en sus ojos, todo el mundo se fijó en las patas. Todo el mundo quedó impresionado porque la pata del pájaro se parecía totalmente a la de un dinosaurio. Era increíble, yo ni siquiera me había dado cuenta. Es importantísimo fijarse en estos detalles, para comprender toda la carga biológica detrás de cada ser vivo. Siempre recordaré esta pata.
Con esta pata empezó todo…
Fue muy loco, porque este grupo de aves evolucionaron para caminar sobre los troncos verticalmente. Sus patas tienes el dedo trasero reforzado, es decir que es mucho más grueso con una uñas largas y gruesas. Todo este tipo de adaptaciones tienen mucho que ver con la historia natural del animal y su entorno. A la larga analizar estos detalles sirve mucho al conjunto de investigadores, porque estos datos de historia natural, comportamiento y ecología son muy válidos. En ese sentido, mis fotos pueden ayudar.
¿Cómo es un día en tu vida como fotógrafo?
A la Reserva El Silencio voy unos 15 días al mes. Es un lugar que conozco y donde me muevo bien. Me gusta perderme por las selvas y saber que no me voy a perder, pero lo realmente chévere y nunca deja de sorprenderte es que nunca hay un día igual, nunca sabes lo que te vas a encontrar. Por más que vayas, por más que camines y por más que reconozcas la naturaleza que rodea el lugar, la experiencia nunca es la misma.
¿Puedes explicarnos el proceso de tomar una fotografía?
Lo primero que quiero decir es que yo no soy cómo algunos de mis amigos que van al lugar donde quieren tomar las fotografías y se pasan ahí 4 días hasta que encuentran el momento perfecto con el trípode y la capucha. Yo soy un poco más de salir a caminar y ver lo que sucede. Obviamente siempre esperando la fotografía perfecta – y ahí la suerte juega un papel importante – pero lo que me gusta más es la parte de recorrer el bosque, escuchar los sonidos y conectar con la naturaleza. En El Silencio tengo el placer de compartir mi tiempo con Pedro y Julio y con nuestros guardabosques. Cada uno de nosotros hemos construido una parte del conocimiento de este lugar, y cuando salimos todos juntos nos compenetramos mucho. Esto es importante porque la jungla es un lugar esencialmente dinámico, y necesitas ayuda para moverte bien en ella.
¿A qué te refieres con que es un lugar dinámico?
En la jungla están pasando muchas cosas todo el tiempo, nada es igual al final del día, incluso te diría que hay cambios cada ciertos minutos. No solo el paisaje, también a nivel micro, las hojas, los hongos, las ranas asociadas a los hongos de cada estación, frutos que solo salen en época seca, las asociaciones de las plantas con los diferentes animales del entorno… Cada vez me llaman más la atención las asociaciones biológicas entre especies. Intento enfocarme en eso.
¿Cuál es el gran reto de explicar estas asociaciones biológicas mediante la fotografía?
Muchas veces una foto en primer plano de un mono comiéndose una flor es algo que ya sabes que va a tener éxito, que la gente puede comprender e identificarse. Pero creo que hay que mirar un poco hacia el otro lado e intentar narrar las historias naturales, porque al final es mucho más enriquecedor para la audiencia.
¿Cuáles han sido los referentes en el mundo de la fotografía que te hayan ayudado a convertirte en el fotógrafo que eres en este momento?
Hay muchos, pero hay un colega colombiano, Frey Gómez, que estuvo en El Silencio y en seis días tuve una clase magistral de fotografía. Es una persona con un ojo increíble, con una sensibilidad ecológica y una visión que te inspira. Creo que coincidimos en esta idea de mostrar la historia natural, de mostrar lo que hay detrás del animal y no solo el animal. Creo que él cambió mi forma de pensar. En Colombia hay mucho movimiento en fotografía, y creo que es importante darle un toque personal a tu trabajo, darle tu propio estilo. Y, sobretodo, mucho respeto a todos los profesionales que se dedican a fotografiar la naturaleza porque es un mundo muy duro.
En el mundo de las redes sociales, ¿cómo podemos comunicar mejor para conseguir ser trending?
Este es un dilema que mucha gente tiene. Es un poco triste que todo se mida en likes y en interacciones porque para muchas personas – y aquí me incluyo – esto es un elemento que nos limita. Uno tiene una foto que le fascina, y si no tiene la repercusión que espera, puede sentirse frustrado. En general, por eso, sí que creo que es importante ser concreto y serio con el mensaje que uno intenta transmitir. Cuando te esfuerzas y pones tu enfoque en contar estas historias que has conseguido plasmar, entonces poco a poco creas una comunidad de gente que está interesada y que quiere aprender. La fotografía de la naturaleza tiene que enseñar, despertar curiosidad y compasión por la biodiversidad.
¿Los fotógrafos de la naturaleza sois de algún modo comunicadores?
Sí, somos y debemos ser difusores de datos científicos y de evidencia.
¿Cómo has cambiado como fotógrafo en los últimos tiempos?
Bien, antes tenía la obsesión de los pájaros. Cada vez que iba a un sitio buscaba básicamente pájaros. Ahora ya miro mucho más a las orquídeas, a los árboles y sus hojas, al suelo, las ranas… Creo que mi visión ahora es más combinada, busco que mis fotografías narren la historia del territorio a través de estas composiciones de paisaje, animales y vegetación.
¿Viviendo en un capital como Bogotá, te es fácil encontrar espacios naturales?
Aquí cerca tenemos el parque nacional de Chingaza, donde es fácil encontrarte a osos andinos, y es un sitio maravilloso. El agua de la ciudad viene de este páramo increíble donde también hay bosques en sus flancos. A menudo vamos a Chingaza y he estado poniendo en práctica este storytelling del territorio y sus habitantes. Mi discurso es:
Vean, Colombianos y Colombianas, este sitio maravilloso al lado de Bogotá es increíble y este es el valor que tiene para el ecosistema del país.
Hay que intentar salir del animal y buscar un poco más allá. En un primer plano podemos contar muchas cosas, la piel de una rana venenosa, las estrategias de reproducción de un lagarto viendo las escamas que tiene en el cuello, o las interacciones entre los polinizadores y las plantas.
¿Qué especie te ha costado más fotografiar?
Creo que un paujil. Se trata de uno de los objetos de conservación de la reserva. Es un animal muy similar a un pavo, de color negro y muy grande. Es un pájaro muy asociado a bosques en buen estado de conservación. Además, es un pájaro endémico, solo se encuentra en ciertos puntos de Colombia, y tristemente ha reducido mucho su hábitat y su población. En El Silencio, por suerte, hemos ido viendo más paujiles en los últimos años. Es un animal supremamente ágil y esquivo, alguna vez lo he visto pero no me ha dado tiempo a sacar la cámara. Tengo todavía la espinita del paujil.
En Colombia siempre hay animales interesantes, incluso legendarios. Para mi hay cuatro especies casi míticas, son los monos araña del Magdalena con los que he tenido encuentros muy cercanos, el paujil, que he podido ver en algunas ocasiones, y finalmente el jaguar y el tapir, que nunca he visto. El jaguar es un sueño, espero encontrarme con alguno un día. Y el tapir es un animal rarísimo de ver y supremamente amenazado. En El Silencio sabemos que hay, porque hemos visto huellas, pero nunca los hemos visto.
¿Cuándo crees que terminará tu misión en El Silencio?
Creo que la misión en conservación en el trópico nunca termina. Es un proceso a largo plazo, y la idea es que cada uno de los que estamos aquí no nos vamos a desvincular nunca, tras tantos quilómetros caminados dentro del bosque, tras el calor, tras el sacrificio, creas un vínculo íntimo con el bosque, algo único. Espero seguir viendo crecer la reserva de El Silencio, porque está creciendo.
¿Qué puedes decir sobre la política colombiana acerca de la conservación de la naturaleza?
En estos momentos hay mucha incertidumbre, pero creo que, en Colombia, la comunidad científica es muy sólida. Creo que hay muchos investigadores y científicos con talento e ideas para llevar a cabo estrategias efectivas de conservación, y hacerlo utilizando el conocimientos propio de las comunidades. Sin la comunidad no se puede hacer nada. Tengo la esperanza que con todo lo sucedido con el conflicto en Colombia, la gente se dé cuenta de la importancia de conservar. Creo que se ha empezado a gestar un movimiento bastante fuerte en relación a la conservación de la naturaleza. Hay que trabajar de la mano con la comunidad local, la comunidad científica y las entidades estatales, para articular estrategias que ataquen el problema de raíz. Estos procesos no van a realizarse en 3 o 4 años, porque los procesos de conservación pueden tomar décadas. Antes hay que entrar y ganarse la confianza de las comunidades locales, intentar conectar con ellas, convertirlas en aliadas… pero yo soy optimista.
¿Qué te parece el proyecto de This is My Earth?
Me parece fantástico que organizaciones como TiME apuesten por apoyar proyectos de conservación. Aquí en el trópico nos cuesta mucho encontrar fuentes de financiación y apoyo. Estos años trabajando en El Silencio me he dado cuenta de la importancia de tener un aliado, alguien que piense como tú. TiME entró en El Silencio y nos ayudó a asegurar un bosque que estaba muy desconectado del resto del ecosistema y que, por suerte, ahora está conectado con el resto, lo que permite a las especies florecer y expandirse. Cada pedacito de tierra es clave, y contar con el apoyo de gente como los voluntarios de TiME es crucial.
¿Qué le dirías a alguien para que participara en TiME?
Que lo hagan sin pensar. Si te motiva el medio ambiente y la conservación de la naturaleza, si quieres cambiar las cosas, participa en This is My Earth. La conservación siempre necesita apoyo, nunca nos sobra una mano.
This is My Earth entró en El Silencio y nos ayudó a asegurar un bosque que estaba muy desconectado del resto del ecosistema.
La fotografía empezó en ti como una afición para intentar explicar la biología, ¿has aprendido cosas que no sabías sobre biología gracias a la fotografía?
Sí, un montón de cosas. Por ejemplo, la paciencia, una habilidad que estoy desarrollando. El llegar a puntos de extremo cansancio, de cuando estás ensuciado, embarrado, en medio de la humedad, cuando tu mente te está diciendo espera un poco más, la fotografía te enseña a ser resiliente y esperar, y es muy adictiva, también te enseña a formarte, a informarte sobre especies raras que quieras fotografiar. La fotografía me ha enseñado a ver las cosas de forma más amplia, abrir la mente y los ojos.
¡Muchas gracias por tu TiME! Podéis seguir el perfil de Santiago Rosado en Instagram aquí [+].